lunes, julio 16, 2007

El nuevo Fandango

Aunque muchos amargados apocalípticos ven en el salpullido de riáliti xous que aqueja la delicada piel de la televisión mundial el funeral irreversible de la creatividad para la parvopantalla (imagino que afirman eso mientras se tragan un llanto nutrido por la nostalgia de La isla de la fantasía y Bartolo), me parece que no hay por qué alarmarse: las oportunidades para el trabajo artístico y bien remunerado sobran en esta nueva era televisiva que vivimos ahora. Mientras ustedes leen estas pobres pero honradas líneas, espera su aprobación en el escritorio de Luis de Llano un proyecto audaz que no sólo brindará solaz a miles de sofás mullidos y camitas matrimoniales en México: también revitalizará nuestra industria musical, que aún no se ha recuperado del edema debilitante propinado por el matrimonio de Chispita con el Soldado del Amor. El proyecto para un programa de 22 episodios es, por supuesto,

Construyamos el nuevo Fandango

La misión es ser más audaz que un simple casting inmisericorde con malos cantantillos riquillos como jueces, partes y mal atractivo visual: más bien, se trata de armar una serie de tareas que verdaderamente pongan a prueba el deseo de las aspirantes de formar parte de La Leyenda Televisa. Proponemos a continuación algunas hercúleas labores para cada concursante:

  • Interpretar, afinada, cuatro canciones de Fandango (puntos extra a quien se sepa “Un millón de maneras de olvidarte” y la pueda cantar sin reírse; más puntos extra para quien dé solemnidad a “Tú no sabes bailar”).
  • Poner coreografías a dichas cuatro canciones en cuatro estilos distintos: ballet clásico, danza rusa, Jesusita en Chihuahua y UX-Onodanza.
  • Convencer a los televidentes de que hay razones para revivir el grupo más allá de: "Pero si los de Timbiriche y Menudo ya lo hicieron..."; demostrar, además, por qué Fandango tiene derecho a hacerlo, pero Pituka y Petaka no.
  • Explicar qué quiere decir fandango en medio minuto sin decir baile, jarocho, fiesta ni Eugenia León.
  • Ser regiomontana y no apellidarse Sada, Garza, Lagüera o Fernández; o no ser regiomontana y saber reducir los gastos del grupo en una hora usando sólo Excel, un marcador Esterbrook y una Chaparrita de uva.
  • Componer una nueva versión en guaracha de “La brujita boba bo” para el siglo xxi, en la que la protagonista no sea una bruja tonta tonta to, sino una devota de wicca con capacidades especiales. Vendérsela a Mariano Osorio en uno de sus días más cursis.
  • Cocinar un cortadillo, una fritada o de perdida unas glorias al compás de un remix interminable de “Autos, moda y roncanrol” a cargo de Trent Reznor y Moby.
  • Averiguar qué ha sido de Evalinda y Marlena, encontrarlas y convencerlas de mandar un saludo por tele.

El resultado no puede ser más que grandioso. Licenciado De Llano: creemos en usted.